Solo puede llegar a formar parte de "nuestro conocimiento" aquello que logramos RELACIONAR a través de "nuestra propia percepción" con los "primeros tres hechos evidentes" que constituyen "nuestra propia realidad": "(1) nuestra propia existencia individual", (2) la existencia de un "mundo externo" a nosotros y (3) la existencia de "ciertas reacciones" que se generan en "nuestro interior" cuando entramos en "contacto" con dicho mundo. De tal forma que estos "tres hechos" y todo lo que logremos RELACIONAR con ellos es agrupado por nosotros bajo el nombre de "lo conocido".
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La cosa más difícil es saber lo que sabemos y lo que no sabemos. Por tanto, si deseamos saber algo, debemos primero de todo establecer qué aceptamos como información objetiva, indiscutiblemente real, y qué consideramos que exige definición y prueba, o sea, debemos determinar qué sabemos ya, y qué deseamos saber.
En relación con nuestra cognición del mundo y de nosotros mismos, las condiciones serían ideales si fuera posible no aceptar nada como objetivo y considerar que todo exige definición y prueba.
En otras palabras, seria mejor suponer que no sabemos nada, y tomar esto como nuestro punto de partida.
Por desgracia, sin embargo, es imposible crear tales condiciones. Algo ha de tenerse como base, algo debe aceptarse como conocido; de lo contrario, estaremos constantemente obligados a definir una incógnita por medio de otra.
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Nuestra relación con el mundo objetivo (nuestra propia existencia individual" y la existencia de un "mundo externo" a nosotros) es definida muy claramente por el hecho de que lo percibimos como existiendo en el tiempo y en el espacio y no podemos percibirlo o representárnoslo aparte de estas condiciones. Habitualmente, decimos que el mundo objetivo consiste en cosas y fenómenos, o sea, en cosas y cambios en el estado de las cosas. Un fenómeno existe para nosotros en el tiempo, una cosa existe en el espacio.
Por medio del razonamiento podemos establecer que, en realidad sólo conocemos nuestras sensaciones, representaciones y conceptos, y que percibimos el mundo objetivo proyectando fuera de nosotros las presumidas causas de nuestras sensaciones.
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